jueves, 20 de febrero de 2014
DIARIO DE SHADOW
Seré breve, yo nunca pedí esto, ni mucho menos lo hago por matar el tiempo, simplemente no tengo otra opción. Contrario a lo que las demás personas piensan, es muy aburrido ser… esto. No. No soy otra adolescente fanática loca de Jeff the killer, así que no soy ni un the killer, ni una psicópata, ni mucho menos un nuevo proxy desconocido de Slenderman. Soy lo que llaman “monstruo”, y no me convertí en esto por admiración a otro creepypasta, simplemente lo soy porque a las mejores personas, son las más dóciles y fáciles de dominar por la locura, aunque les aseguro, estoy bien cuerda y al tanto de lo que hago. Solamente, cabe decir que cualquiera puede ser un creepypasta, pero no cualquiera sentirlo, vivirlo y serlo realmente. Pero primero veamos mis inicios.
Yo era la típica adolecente estúpida, que soñaba con casarse y tener una familia, mis pasatiempos eran escuchar música, no un género en específico, de acuerdo a mi estado de ánimo, claro está, dibujaba, no muy bien, y como no, amaba las creepypasta, amaba leerlas hasta que mi padre iba a golpear la puerta de mi habitación para apagar mi computador, pensaran, genial otra típica historia de alguien que entro a una página que no debía, o de alguien que hizo un ritual frente al espejo de su baño, o simplemente de alguien desafortunado que estuvo en el lugar, momento y situación equivocada; pero no. Así todos los días mataba el tiempo o por lo menos hasta que… obtuve mi violín.
Odiaba tener que levantarme todos los días, pero con mi violín escasamente dormía, amaba el sonido que desprendía de sus cuerdas y no puedo expresar con simples palabras lo que sentía cuando el arco rozaba con estas, era simplemente esplendido, me transportaba a otro lugar y hacia que quisiera montar un campamento allí y jamás irme.
Mi familia estaba compuesta por mi padre, mi madre y mi hermana menor de 8 años, y mi vida era relativamente normal por no decir aburrida. El día que recibí mi violín, tenía 15 años y fue una sorpresa para mí. Esa misma semana me inscribí en cursos para aprender a tocarlo y meses más tarde me preparaba para dar mi primer recital, a esa fecha ya había cumplido los 16.
Pero cada día que pasaba me alejaba más de mi familia y solo quería estar en mi habitación escuchando los hermosos acordes que provenían de mi violín. Mi madre estaba muy preocupada porque decía que “tenía que pasar más tiempo con la familia”, pero por favor, para cualquier adolecente rebelde o no, eso sonaba como “ven a sentarte con nosotros y a morir de aburrimiento mientras vemos películas cursis de Disney al gusto de tu hermana menor”, sin mencionar que la sola idea de imaginarme un felices para siempre era totalmente ridícula, no me cabía la idea de que un completo desconocido, venga a rescatarte porque si, o que con el estúpido beso del amor verdadero todo se arreglara.
Recuerdo que mis amigas me incitaban a conseguir un novio, solamente porque era “genial”; pero, seré sincera, ¿Eso de que rayos servía? Ir al cine con él, darse regalos cada mes y competir por quien da el mejor regalo “literalmente”, abrazarse, besarse y decirse cosas cursis que te nazcan del corazón, ¿y luego qué?
Eso no iba a hacer que mejorara o que mi vida no fuera tan aburrida, pero cuando me di cuenta eso no hubiera sido tan malo para lo que me paso esa noche, ¡esa maldita noche!
Tenía todo listo para mi recital, mi maestra consiguió mi traje para ese día, Dios era hermoso…
Constaba de un vestido sin mangas hasta más arriba de la rodilla, pegado a mi cuerpo hasta la cadera, con una cinta color negro suave y suelto de ahí para abajo, todo en tonos morado oscuro, adicionalmente tenía un par de guantes del mismo color, unos zapatos de tacón negro y una especie de pashmina morada que cubría la mitad de mi rostro para verse más “llamativo”, y en mi cuello una especie de collar morado de tela con dos hileras de cadenas que caían.
La canción que iba a tocar trataba sobre lo misterioso, macabro y triste que puede ser nuestra suerte, en total muy triste para cualquier gusto pero iba a tocarla lo más alegre posible.
Tuve que adelantarme para llegar a tiempo, con la esperanza de que mis padres llegarían luego, por lo que me vestí rápido y me encamine rumbo a mi recital, pero no había avanzado más de dos cuadras cuando unos matones se toparon conmigo, era la típica pandilla compuesta de tres: el cerebro, el líder manipulador y el idiota fortachón. Vi sus oscuras intenciones en sus ojos y corrí, lo más rápido que pude devuelta a mi casa, tan pronto entre agitada y llorando le dije a mi padre lo que pretendían hacerme, pero tan pronto le dije un disparo sonó y vi como mi padre caía al piso sin vida.
Mi madre corrió escaleras abajo para ver que estaba pasando un al verme a mí y al piso con sangre de mi difunto padre en el piso soltó un grito desgarrador; luego sonó otro disparo y cayo mi madre, y luego otro y me percate de como caía el cuerpo de mi pequeña hermana que acababa de salir de la cocina al suelo.
Estaba en shock, no sabía qué hacer, pensé “prepárate Marie sigues tu”, pero algo me dijo “corre”. Así que subí las escaleras, esquivando los cuerpos de mis padres y me encerré en mi habitación. Tenía miedo, por no saber qué iba a ser de mí, tristeza porque acababan de asesinar a mi familia en frente mío, pero más que todo rabia, conmigo misma por idiota y contra esos tres malditos desgraciados que subían las escaleras buscándome.
De pronto, lo vi, hay sobre la mesa, bañado con la luz de la luna que entraba de mi ventana, estaba mi violín, mi fiel compañero; lo cogí, y empecé a tocar, la misma melodía que se suponía, tocaría en un teatro frente a cientos de personas, pero lo toque de la manera más triste y macabra que pude.
Una sonrisa idiota se dibujó en mi cara al escuchar la música que salía y los pasos cerca de mi habitación; de pronto una voz en mi cabeza, la misma que me había dicho que corriera me dijo “ya sabes que hacer” y hay supe que no volvería a ser la misma.
Tan pronto cayo mi puerta por las patadas y disparos que estos le daban, me abalance sobre el primero, seguramente no se lo esperaba porque cayó de espaldas tumbando a los otros dos. Como un rayo vi como trataba de coger el arma asesina, la aparte con mi pie y luego le clave el arco de mi violín en su mano, acción que me encanto porque luego la repetí varias veces sobre su pecho, cayó uno, quedan dos.
Pronto el segundo se levantó a coger el arma que había tirado lejos pero fui más rápida y le apuñale en la garganta, faltaba uno, mi cuerpo movido por la adrenalina y la rabia, apuñalo al tercero en el pie pero de pronto escuche un disparo y caí de espaldas. Todo se puso negro debido al impacto recibido en mi cabeza. Pero no morí, seguí sintiendo todo y después de aproximadamente media hora abrí mis ojos, y mire el hermoso espectáculo que estaba presenciando, los cuerpos tirados en el piso, la sangre salpicando las paredes y la última maldita rata sobre mí.
Sonreí, pero probablemente no lo noto debido a mi “mascara”, que más tarde me acostumbraría a usar; lo empuje y choco contra la pared. Hay me di cuenta que ya no era más humana, era algo más, era... Shadow.
Sin esfuerzo alguno lo lance contra la pared, y tan pronto reacciono le saque los ojos, luego la lengua, para luego susurrarle “¿Te gusto el show?”, en ese instante grito más fuerte, con la esperanza de que sirviera de algo pero ya era tarde, el arco de mi violín ya había perforado su estómago.
Esa noche camine entre las sombras de la ciudad, tocando mi violín, y desde entonces sigo así, esperando y esperando al desafortunado transeúnte que escuche mi hermosa melodía.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario